El preludio de un preámbulo a la tonada venezolana

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Eugenia Arria

Humanista e investigadora

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    La tonada es un sonido que vino para dar cuenta del espacio, de un espacio concreto y vivido: el del llano venezolano. La tonada nos habla desde el llano y no sobre él. Es el lugar hecho música. Te transporta a un aire, unos suelos, unos seres, unas rutinas y hábitos específicos. Te hace testigo de la sabana, del crecimiento silencioso del pasto, de los atardeceres en los que el sol parece haber tocado la tierra y de las noches en que la luna está segura de saberlo todo, de la ocupación serena de sus animales (las vacas, los chigüires, las babas, las culebras, los araguatos, los caribes, el gavilán, las garzas, las guacharacas…) y árboles (el araguaney, el apamate, el samán...). La tonada se funda en la relación del individuo con su entorno, en los mecanismos empáticos que brotan de la interacción entre el uno y el otro, en los rituales que hace el llanero de su espacio propio cargado de símbolos y connotaciones. Esto, precisamente, es lo que Simón Díaz rescató con tanta maestría y, al mismo tiempo, simplicidad.

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            El “tío Simón”, como lo llaman en Venezuela, logró componer la presencia del llano en una música aparentemente sencilla. Digo esto porque transmitir la sencillez de algo está lejos de ser una tarea fácil. El músico y compositor lo hizo gracias a que compuso desde el llano, lo apreció y lo sintió: en pocas palabras, lo vivió. Simón Díaz revivió el lenguaje de la planicie infinita y grandiosa, de la naturaleza tan cósmica de las llanuras que se adhiere -sin poder separarse- del habitante humano que la observa y entiende. No tuvo que interpretar para luego comunicar: sólo comunicó, en y desde el adentro. Será por eso que trascendió fronteras y llegó a múltiples tierras. Será por eso que artistas sensibles de diferentes países decidieron cantar una tonada venezolana que les hiciera vivir el llano también. Porque desde su autenticidad anuncia sentir humano. Entre ellos, por ejemplo, están Caetano Veloso, Mercedes Sosa, Silvia Pérez Cruz, Natalia Lafourcade, Serrat, Jorge Drexler y Perotá Chingó.

            Estas palabras son apenas un abreboca de la tonada. Es, sobre todo, una invitación a escucharla y a ver lo bonito de cómo un lenguaje tan local, como lo es el de este género musical, se convierte en universal cuando se canta a los otros y, más aún, cuando los otros lo cantan. “Tonada de luna llena”, por mencionar una, ha calado en el alma de muchos a través de sus tonos que remiten a una amplitud que se llenó de poesía y significado. A continuación, les dejo la canción original y tres hermosas versiones para que ustedes mismos puedan visitar distintas visiones del llano a través de ellas. El llano venezolano ya no sólo pertenece a una delimitación geográfica: es, ahora, topológico.

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