¿Viajar es un placer?

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Elba Álvarez

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            Constantemente se oye decir a la gente que viajar es un placer, como muchas acciones en la vida: comer, dormir, leer, bailar. En particular pienso como lo dice el poeta, es más que placer, es “vivir”.

 

            Desde el momento en que decides “cruzar el umbral” (salir de tu confort) para enrumbarte hacia otras experiencias desconocidas para cumplir con una meta, puedes pensar en formas de vida posibles: mágicas inimaginables, increíbles, distintas, en contraste con nuestra cotidianeidad. Efectivamente, viajar físicamente hacia otras latitudes, sea por el motivo que corresponda en ese momento, es abrir un sendero de conocimientos que, sin duda, te permitirán adentrarte en un espectro cultural universal que como mosaico se construye sobre las bases de tus referentes del mundo.

 

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            “Viajar” no es ir de un lugar a otro sin focalizarse en nada. Sin internalizar de cada espacio los olores, los sabores, tradiciones, colores y costumbres de sus gentes. Es más que eso. Viajar es captar puntos de vista. Es exaltar los sentidos para valorar lo “otro”, lo distinto. Viajar es más que un placer. Es la oportunidad de apreciar las identidades particulares del globo terráqueo. Es adentrarse en la atmósfera y la naturaleza sensible, exuberante o desbordada de cada cuadrado que pisamos. No percibir esto, es ser un viajero “impermeable”. Ese que no se conmueve ante nada y que no es capaz de expresar con emoción esa privilegiada oportunidad de inmiscuirse en armónicas y sugerentes acuarelas vivientes.

 

            Un viaje es transformación. Recordemos al Quijote en su famosa travesía como caballero andante. Un héroe moderno que acepta desde su convicción recorrer caminos y pasar por pruebas, algunas dóciles y otras infernales, para salir transformado para bien o para mal después de su aventura. Esta metáfora “quijotesca” es para denotar que viajar es, como dijimos al principio, “vivir” para aportar y agregaría, además, saber contar. Entonces, más que un placer, es reconocerte en los otros y afianzarte en tus convicciones vitales.

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Eugenia ArriaComment